Resume peracha Ki Tavo y Aftara
Moisés da al pueblo de Israel el mandamiento de los "Bikurim": "Cuando lleguen a la tierra que Dios les da como herencia eterna, deben traer al Templo los primeros frutos que brotaron y expresar su gratitud a Dios por todo lo que Él les ha dado". Los frutos en cuestión son aquellos con los que la Torá elogió la Tierra de Israel. La parashá continúa con los "diezmos", que deben entregarse a los levitas y a los pobres. También describe las bendiciones y maldiciones que deben proclamarse al entrar en Israel, frente al Monte Gerizim y al Monte Eval, como se menciona en la parashá de "Reé". Moisés recuerda el vínculo que une a Dios con el pueblo judío: Dios eligió al pueblo judío, y el pueblo judío eligió a Dios. Los comentaristas se refieren a la última parte de la parashá como las "Tojajot", es decir, las reprimendas dirigidas por Moisés al pueblo judío.
Así, tras describir las bendiciones prometidas a quienes cumplan la voluntad de D-os, ofrece una larga y compleja lista de eventos negativos que castigarán al pueblo si abandonan los mandamientos divinos. Moshe concluye enfatizando los cuarenta años transcurridos desde el Éxodo de Egipto, que han permitido al pueblo alcanzar un nivel de madurez espiritual : «un corazón para ser consciente, ojos para ver y oídos para oír».
Aftarah / Haftarah Yechayahu
Uno de los principios que hemos enfatizado en el marco de nuestros siete haftarot de consolación es la declaración de Tosafot en Meguilá (31b, s.v. Rosh Jodesh): "Es propio de las consolaciones ser cada vez más consoladoras". Esta postura nos obliga a considerar las dos haftarot restantes de la serie como profetizando sobre grandes actos de liberación y consuelo. Y, de hecho, la haftará de Parashá Ki Tavó, "Kumi ori" (Yeshayahu 60:1-22), no nos decepciona; promete a Israel una redención plena y edificante.
El resplandor de la gloria de D-os: Un cambio en el orden natural
La consolación que ofrece nuestra haftará no promete descanso de los problemas del exilio ni el cese de las aflicciones de Israel. Tampoco promete éxito político-espiritual en el marco histórico que nos es familiar. Más bien, es una visión de la redención que tendrá lugar al final de los tiempos, cuando el orden natural del mundo cambie y los mundos material y espiritual vuelvan a ser una realidad monista, donde el espíritu gobierna sobre la materia y dicta la realidad.
Este punto se enfatiza ya al comienzo de la haftará y acompaña la visión profética a lo largo del capítulo. El profeta comienza con una declaración que habla de la gloria divina que se revelará al hombre e iluminará su camino:
Levántate, resplandece; porque ha llegado tu luz, y la gloria del Señor ha amanecido sobre ti. Porque he aquí, tinieblas cubrirán la tierra, y densa oscuridad los pueblos; pero sobre ti amanecerá el Señor, y sobre ti será vista su gloria. (Yechayahú 60:1-2)
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